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Territorializar la Comunicación Organizacional

Me tomó un buen tiempo escribir este artículo, tuve que analizar y establecer el mapa que está orientando mi práctica profesional en el área de comunicación organizacional y, en este momento, lo encuentro justo y necesario.

Después de más de ocho años de experiencia, veo la necesidad perentoria de  teorizar mi práctica y, en ese marco, territorializar la teoría que está guiando mis pasos en el ejercicio de la comunicación organizacional. En tanto este campo laboral,  según distinto autores, se visibilizó en el ámbito empresarial hace más de tres décadas y en Latinoamérica está en proceso de consolidación; Bolivia no es la excepción y  queda mucho por recorres.

Es importante reconocer los avances teóricos que está rigiendo el ejercicio de esta rama de la comunicación. Por consiguiente, comprender que no hay reglas o recetas mágicas que ofrezcan soluciones a problemáticas  de organizaciones distintas; del mismo modo,  la teoría no será útil mientras no sea territorializada.

A quién no le tocó escuchar a un conferencista sin que logre aterrizar en la práctica.  Y yo,  muchas veces, me vi en posición contraria que tampoco es la indicada.

Soy de las que googlea todo, hago uso de ese “monstruo tecnológico” que, entiendo,  acapara el 95  por ciento de las búsquedas. Al revisar el mapa de la comunicación organizacional, buscando confirmar las coordenadas y verificar mis decisiones, en varias ocasiones, me tocó  reconocer errores y  celebrar aciertos, ya después de haber culminado el trayecto.

A estas alturas de la vida casi no existe espacio, en el mundo, desconocido por el hombre,  pero no nos  equivoquemos creyendo que al tener un mapa ya conocemos el territorio; en este caso, la comunicación organizacional en la práctica. Lo contrario, caeremos en la criticada inconsecuencia entre la teoría y la práctica: “Nada hay más práctico que una buena teoría; o más dañino para la praxis que una mala teoría”, acertadamente, señala Alfonso Vargas Sánchez.

Al verificar la teoría que voy siguiendo, concuerdo con Horacio Andrade para quien la comunicación organizacional, como disciplina, es: “un campo del conocimiento humano que estudia la forma en que se da el proceso de la comunicación dentro de las organizaciones, entre estas y su medio”.

En este marco, la comunicación como inherente al ser humano es inherente al sistema organizacional. Deriva en una interdependencia relacional  sujeto-sujeto y, en consecuencia, la convivencia en grupos sociales con patrones  comunicacionales,  culturales y políticos propios. En este sentido, la comunicación organizacional, además, implica: “el conjunto total de mensajes que se intercambian entre los integrantes de una organización, y entre ésta y su medio”, (Fernández Collado, 1999). Lo que sitúa a la comunicación organizacional como  parte de algo más grande: la comunicación estratégica.

Tras establecer el horizonte del mapa teórico que persigue mi ejercicio profesional y, tomando en cuenta, que para desarrollar un mapa es necesario conocer el territorio y los estándares que conlleva su elaboración; concibo que la comunicación organizacionales el proceso de comunicación e interacción social que hace a la organización, donde la gestión estratégica del flujo de mensajes determina el cumplimiento de los objetivos comunes e individuales trazados por  los integrantes y en consecuencia la relación con su medio.  

La comunicación  no es un fin en sí mismo, en la medida que “necesita, por las propias características de su objeto de estudio, constituirse desde la transdisciplinariedad” (Uranga, 2007). Es decir que, si bien la comunicación es el eje estratégico de una organización; para la gestión, el cumplimiento de objetivos o la solución de problemáticas de la misma, no es  autosuficiente.

A los comunicadores que ejercemos esta disciplina, nos queda o nos debería quedar claro  que, cual huella digital, no hay una organización igual a otra; en efecto  debemos asumir  “la utilidad de la teoría por lo que sugiere, no por lo que prescribe”, como plantea Herrera Muñoz. En otras palabras, debemos territorializar la teoría; lo que nos permitirá  trazar mapas desde y para el ejercicio de la comunicación organizacional, que respondan a realidades y territorios  de organizaciones  diversas.

Imagen – Free-Photos en Pixabay 

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